En respuesta a las crecientes demandas en salud mental y problemáticas psicosociales en Colombia, particularmente en el departamento de Santander, las Unidades Tecnológicas de Santander (UTS) han tomado la iniciativa de crear entornos protectores en el ámbito de la educación superior.

Este esfuerzo se materializó en el reciente taller titulado “Herramientas para la Prevención y Promoción de la Salud Mental en el Aula”, organizado por la Oficina de Desarrollo Académico y Bienestar Institucional.

El taller, dirigido a los docentes de las UTS, tuvo una duración de 48 horas y se desarrolló en modalidad presencial. Este programa formativo abordó la importancia de promover estilos de vida saludables, prácticas de autocuidado y cuidado del otro, así como la prevención y mitigación del riesgo en salud mental dentro del entorno educativo.

Durante las sesiones, se enfatizó la comprensión de la salud mental desde una perspectiva integral, considerando tanto las competencias y habilidades socioemocionales de los individuos para afrontar adversidades y la vida cotidiana, como las condiciones sociohistóricas que favorecen o no el desarrollo de problemáticas específicas.

La Ley 1616 de 2013 de Colombia, que define la salud mental como un estado dinámico que permite a los individuos y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, trabajar, establecer relaciones significativas y contribuir a la comunidad, fue uno de los marcos teóricos destacados en el taller.

Al respecto, Daniel Alexánder Velasco Capacho, jefe de la Oficina de Desarrollo Académico, señaló: “Estamos muy contentos de tener esta primera cohorte de docentes capacitándose y adquiriendo herramientas en salud mental. Son espacios de formación que nos permiten identificar posibles situaciones en el estudiantado y nos acercan más a ellos que son nuestra prioridad”.

El éxito de este taller subraya el compromiso de las UTS en la promoción de un entorno educativo que no solo prioriza el bienestar académico, sino también el emocional y mental de sus docentes y estudiantes.

Este enfoque integral es crucial para el desarrollo de una comunidad educativa saludable, resiliente y preparada para enfrentar los desafíos contemporáneos.